Chapadmalal

En la década del 70 veraneaba regularmente en Chapadmalal. Mis padres, trabajadores de clase media, empecinados en lograr acoplarse a la movilidad social ascendente, posible en aquellos tiempos en base a “sacrificios” y ahorro, lograron armar una “familia tipo” que, con recursos sumamente controlados podía vacacionar en el complejo marplatense.
Este complejo, ubicado a 30 km. de Mar del Plata, sobre la Ruta 11 y construido bajo decreto del Presidente Perón en el año 1945, estaba destinado a “lograr el descanso de la familia obrera, considerado utópico o irrealizable sin el tutelaje estatal” y su finalidad era la de posibilitar el acceso de la población trabajadora a los lugares de turismo. Esta formado por 19 bungalows y 9 hoteles, dos de los cuales son “de categoría A” (el Nº1 y el Nº2) y 7 de categoría B, siendo el Nº3 “Infantil” . El Nº1 y el Nº2 eran utilizados por personas pertenecientes al gobierno fundamentalmente y a partir del golpe de estado, a los militares de rangos mas altos y familias “acomodadas”, lo cual era contradictorio con el propósito de su creación.
El proyecto estuvo a cargo del Ministerio de Obras Públicas, dirigido por el Gral. Pistarini . Su tipo edilicio era el llamado “pabellonario” que en esa época estaba siendo usado para la construcción de edificios públicos.
Su construcción se realizó en varias etapas. Se completó en la Presidencia de Perón y la obra pasó a manos de la Fundación Eva Perón. Para su ejecución se “decretó” la expropiación de la Estancia Chapadmalal de los Martínez de Hoz, de unas 650 hectáreas. Se finalizó en 1954 con la construcción de los edificios de la Administración , Servicios Médicos y Hostería del Lago, aunque ya en 1950 fue inaugurado.
La palabra “Chapadmalal” es de origen araucano y significa “corral pantanoso”, esto constituye una ironía toponímica, ya que no tiene nada de corral ni tampoco de pantano. En mi historia, es el nombre adecuado.
El recuerdo de este lugar mítico se me presentaba como espacios vacíos, llenos de ausencias, con imágenes de momentos familiares no exactamente felices, sino mas bien melancólicos. Juegos solitarios entre “barracas” con pretensiones de parques de diversión, en mi recuerdo no eran más que la escenografía, el telón de fondo de una época terriblemente lejana.
Por esto decidí tomarme el tiempo necesario para fotografiar este conjunto de pabellones al lado del mar. El clima y los cielos no fueron un detalle circunstancial sino una elección conceptual y estética.
Para muchos argentinos este lugar es simbólico en varios sentidos; político, social, económico. Para muchos es un símbolo del peronismo y su ideología. Para mi es mucho más que todo eso.
Este es el “Chapadmalal” de mi infancia, de sonidos ahogados, de olor a calentador de alcohol para el agua del mate, de fotos caseras fuera de foco, de una lejanía tan grande que tuve que regresar y “re-tratarla” para poder apropiarme de esos momentos de mi vida de niña.


Marcel Antelo, Mayo 2011